El diario francés
Le Parisien llamó a su puerta y el príncipe
Alberto de Mónaco se la abrió. Le preguntaron por la cuestión que le lleva persiguiendo media vida y contestó. "¿Te casarás?"; "un día sí, pero ese día no ha llegado". Su historia de amor con la nadadora sudafricana
Charlene Wittstock tiene toda la pinta de ser un eterno noviazgo...
Además de hablar de su intimidad, contó a la publicación que tuvo "la suerte y el privilegio de conocer, a través de (su) madre, a
Alfred Hitchcock", el famoso director británico de cine negro.
El príncipe insistió en ir más allá de la imagen estereotipada que a su juicio dan los medios de comunicación de su país, y subrayó que "detrás de una apariencia de lujo y dinero, hay una población que trabaja, una vida económica, cultural, artística y mucha generosidad".
"Es un país profundamente mediterráneo, latino, abierto al mundo. Viven 121 nacionalidades diferentes en un clima de armonía en dos kilómetros cuadrados: es envidiable", añadió.
El resto de la entrevista se consagró a la política fiscal del principado, y en particular a los acuerdos de intercambio de información con otros países a que Mónaco se ha visto obligado para no figurar en las listas internacionales de paraísos fiscales.
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