Se mueve sin parar, «como si tuviera un motor interno que le impidiera detenerse», cambia de actividad cada cinco minutos y no es capaz de estar concentrado leyendo durante un rato o escuchando las explicaciones en clase. Probablemente, tu hijo sea hiperactivo, pero no te alarmes, no estás sola ante el pelig Se mueve, no pone atención y... no me escucha
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (que generalmente se conoce como «hiperactividad» a secas o por las siglas TDAH) es una desviación de la conducta por la que el niño presenta un comportamiento impulsivo, de gran agitación motriz, con dificultad para concentrarse y mantener la atención en su vida diaria. Es el trastorno de la conducta más detectado en la infancia (se calcula que entre un 3 y un 5 por ciento de la población infantil lo padece); pero también es frecuente que padres y educadores apliquen ese calificativo a niños que sólo son algo más iTres variantes diferentes
Hiperactivo-impulsivo: Predomina el comportamiento hiperactivo y las respuestas impulsivas. (El más fácil de diagnosticar). Déficit de atención: Al no ser un niño movido es más difícil de descubrir.
Combinado: Es el que aparece con mayor frecuencia en los diagnósticos.
¿Es hereditaria?
El doctor Jaime Campos (jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid), afirma que «en su aparición puede existir un componente genético en el que estarían implicados varios genes causando un hipofuncionamiento de los neurotransmisores provocando a su vez fallos en los circuitos cerebrales responsables de los mecanismos de inhibición y autocontrol. Esto justifica el hecho de que en hermanos gemelos idénticos, el segundo gemelo padece el trastorno con una frecuencia entre el 50 y el 96 por ciento de los casos.Llevarlo al Pediatra: Para ello, realizará una serie de pruebas: exploraciones neurológicas (electroencefalograma, control del equilibrio, coordinación motora), análisis bioquímicos y hormonales y encargará a un psicólogo infantil tests de inteligencia, medición de destrezas, pruebas de atención, escalas de socialización y entrevistas con el niño, con los padres y con sus profesores.
Una vez evaluadas las pruebas, los especialistas darán un diagnóstico y prescribirán un tratamiento lo más personalizado posible, orientado a ayudar al niño y a su familia y a comprender el porqué del problema y cómo afrontarlo y solucionarlo. «A partir de ahí se darán unas pautas para la escuela y la familia. Por lo general, no es necesario cambiarlos de colegio, pero sí necesitarán unas clases de refuerzo para remontar el posible retraso en sus aprendizajes.Medicinas y apoyo psicológico
Hoy en día, se sabe que las áreas del cerebro relacionadas con el autocontrol y la atención (los lóbulos frontales), muestran una menor actividad en los niños hiperactivos. Esto ocurre por un déficit de determinadas sustancias encargadas de transmitir las señales nerviosas, es decir, un déficit de los neurotransmisores, especialmente las catecolaminas. (Esther García Schmah, Nuestro hijo es hiperactivo).
El doctor Jaime Campos señala que, a partir de los 5 años, muchos de los niños con TDAH necesitan un tratamiento médico pero destaca también la importancia de un diagnóstico correcto para mejorar el funcionamiento social y escolar del niño. «En cuanto a los tratamientos farmacológicos actuales, no hay descubrimientos significativos. Normalmente se utilizan psicoestimulantes, como la cafeína o el metilfenidato, que influyen en el transporte de la dopamina y en algunos casos se recetan antidepresivos, pero, sobre todo, hay que centrarse en el sistema educativo que les conviene a estos niños y en la actitud de padres y maestros hacia ellos.
Los fármacos sirven para atenuar los síntomas característicos del trastorno del déficit de atención por hiperactividad y, por tanto, mejoran la convivencia familiar y escolar. Sin embargo, no hacen que la hiperactividad desaparezca, con lo cual no en todos los niños está indicada la administración de medicamentos.Siempre será el especialista el que los recete, después de efectuar las pruebas pertinentes y de comprobar que no hay ningún antecedente en el historial clínico del niño que los desaconseje.
Los medicamentos con los que se obtienen mejores resultados (según el libro Nuestro hijo es hiperactivo) son los estimulantes o anfetaminas, como el metilfenidato, la dextroanfetamina o la pemolina. Muchos se preguntan, ¿cómo es posible que para calmar unas conductas agitadas e incontroladas se empleen estimulantes? Y es que estas sustancias estimulantes aumentan los niveles de comunicación entre las neuronas, incrementan el trabajo de los neurotransmisores y, como consecuencia, mejoran el rendimiento de las áreas que el niño hiperactivo es incapaz de controlar.
La duración de la medicación dependerá siempre de la severidad del caso y de cómo responda al tratamiento.Lo más habitual es que el niño se medique sólo hasta que la terapia complementaria de tipo psicopedagógico dé sus frutos; es decir, hasta que sea capaz de controlar los síntomas de su trastorno sin necesidad de medicinas y esto puede darse hacia los 11 ó 12 años.
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